El hijastro se volvió loco: ¡pidió a su madrastra que le ayudara a descargarse! Al final ella sólo accedió a hacerlo una vez. Ja, ja, ja, y luego ella misma admitió que su papá nunca la había jalado tan bien. Atrapó al pez en un anzuelo - ¡ahora revoloteará en él durante mucho tiempo!
Pero Julia no debería ser tan exigente con los hombres, ¡o sólo pegarás juguetes en toda tu vida! Si te dijeron que abrieras las piernas, lo hiciste. Y la boca también, para no tener que hacer cola.